Pogacha
Pogacha
Que el pan se haya convertido en un alimento básico no es algo que ocurre de la noche a la mañana. Los hombres del neolítico descubrieron que dejando el cereal molido mezclado con agua producía una masa que al calor se transformaba y se podía comer. Son muchas las ideas que se le tuvieron que pasar a aquel hombre por la cabeza para primero, moler el cereal; segundo, mezclarlo con agua; tercero, dejarlo reposar; y cuarto, pensar en llevarlo al fuego para cocinarlo. O quizás todos estos descubrimientos fueron descuidos fortuitos. ¡Vaya usted a saber!
El pan ha evolucionado mucho desde aquellos inicios. Panes hay a lo ancho y largo de todo el mundo: panes redondos, panes alargados, panes planos, panes con levadura, panes sin levadura, panes con miga más prieta, panes más alveolados, panes dulces, y panes de formas bonitas como el que hoy os dejo en el blog: pogacha.
La pogacha es un pan típico de los países de Centroeuropa y los Balcanes (Alemania, Austria, Polonia, Macedonia, Serbia, Croacia, Montenegro, Rumanía, Hungría, Albania, etc). Los oriundos elaboran este pan siempre que hay alguna ocasión festiva que celebrar, y la verdad es que no hace falta más que mirar esta belleza de pan para creer que así ha de ser.
La pogacha es un pan de masa enriquecida que se elabora a base de harina, huevos y mantequilla, ingredientes que te recordarán al consabido brioche francés, y la verdad es que haces una relación muy acertada. Es una masa sutilmente dulce, muy suave, tierna y esponjosa.
No te puedo negar que la pogacha es laboriosa; hacer las preciosas flores que la forman lleva su tiempo. Está claro que no es la receta ideal para un día en el que nos faltan minutos para llegar a todo, pero puede que hacerla se convierta en el pasatiempo que necesitas para una tarde en la que no hay más planes que el de quedarse en casa. Hacer una pogacha ha sido, para mi, una experiencia relajante. La masa es muy suave, elástica y muy fácil de manejar, nada pegajosa, el mayor temor de toda persona poco amiga de tratar masas.
Ingredientes
- 500 gr de harina de fuerza
- 250 gr de leche hervida
- 13 gr de levadura prensada fresca
- 2 huevos tamaño "M"
- 35 gr de azúcar
- 5 gr de sal común
- 25 gr de aceite de oliva virgen extra (tipo Arbequina)
- 60 gr de mantequilla derretida
- 1 yema de huevo + 2 cdas de leche para pintar el pan
- Dos cucharadas de semillas de sésamo
Elaboración
- Hierve la leche 1-2 minutos. Con la cocción la leche evaporará, de manera que tendrás que añadir un poquito más de leche para llegar de nuevo a la cantidad que necesitamos: 250 gramos. Resérvala hasta que se temple o enfríe.
- Añade el azúcar y la levadura desmenuzada a la leche y remueve. Deja reposar 15 minutos. La leche habrá formado una fina espuma con el reposo.
- En un recipiente grande batimos los dos huevos, añadimos la sal y batimos de nuevo.
- Agregamos la leche y removemos.
- Tamizamos la harina en mezcla de huevos y leche. Con la ayuda de una cuchara o de una rasqueta ve incorporando los ingredientes.
- Añade el aceite e intégralo en la masa volviendo a mezclar. No hemos de amasar.
- Cubre la masa con un paño de algodón y déjala en reposo 20 minutos.
- Tras el tiempo de reposo, la masa se habrá relajado y será más fácil manipularla. Vuelca la masa en tu superficie de trabajo y amásala siguiendo el método de Bertinet: coloca la masa en paralelo con respecto a la posición de tu cuerpo y cógela con las dos manos como quien coge el pan para comerse un bocadillo. Levanta la masa y sin soltarla, déjala caer en la mesa con un golpe seco. Vuelve a coger la masa tal y como te he explicado antes: como que cogieras un bocadillo, y sigue el proceso hasta que la masa esté lisa y uniforme (10 minutos aproximadamente). Engrasa un recipiente y guarda la masa en su interior. Ha de doblar su volumen (1 hora - 1 hora y media - dependiendo de la temperatura ambiente).
- Transcurrido ese tiempo, vuelca la masa sobre la mesa de trabajo y deshínchala. Pásala de nuevo al recipiente en el que estaba para que repose hasta doblar su volumen (1 hora - 1 hora y media).
- Prepara un molde de 28 centímetros de diámetro y engrásalo con mantequilla. Forra el fondo con papel de horno para desmoldarlo más fácilmente.
- Vuelca la masa sobre la mesa de trabajo y amasa durante un par de minutos.
- Enharina la mesa de trabajo y la masa, pésala y divídela en ocho porciones del mismo peso.
- Forma bolas con cada una de las porciones y resérvalas en la mesa enharinada y tapadas con un paño de algodón durante 15 minutos.
- Con la ayuda de un rodillo estiramos cada una de las bolitas (todas de una vez) hasta formar un rectángulo de aproximadamente 20x15 centímetros de tamaño. Estíralos de nuevo.
- Pinta cuatro rectángulos con mantequilla derretida. Pon encima de cada uno de ellos los otros cuatro rectángulos sin pincelar de mantequilla. Tendrás cuatro rectángulos emparejados.
- Coge una de las parejas de rectángulos y pincela solo la mitad de su superficie a lo largo. Enróllalo sin ejercer mucha presión. Procede de la misma manera con el resto. Habrás formado cuatro cilindros. Te sobrará mantequilla.
- Corta entre 4 y 5 centímetros de los extremos de los cilindros. Nos quedará un rectángulo que dividiremos en cuatro triángulos.
- Distribuye los triángulos en el molde que habíamos preparado formando un círculo alrededor del molde, y los extremos irán en el centro. Cubre con film transparente y deja reposar hasta doblar su volumen (aproximadamente 1 hora).
- Enciende el horno a 180ºC, con calor superior e inferior.
- Bate la yema de huevo con las dos cucharadas de leche y pincela la pogacha 10 minutos antes de introducirla en el horno. Espolvoréala con las semillas de sésamo.
- Introduce la pogacha en el horno durante 30 minutos. Si ves que se comienza a dorar mucho, cúbrela con papel aluminio.
- Una vez fuera del horno, pinta la pogacha con la mantequilla que te había sobrado.
No lo había oído nunca, pero la pinta y el corte es impresionante, felicidades!!
ResponderEliminarHola Conchi.
EliminarNo habías oído hablar nunca de ella, y lo bonito que es descubrir, y quedarte con la boca abierta al descubrir estos bellezones.
Un saludo
Me ha encantado la receta que has compartido! Te ha quedado el pan con un aspecto fabuloso. Dan ganas de coger un trocito ahora mismo y comerlo. La miga me parece perfecta para este tipo de panes, pero es que el color dorado intenso de la corteza, el aire de la miga, la forma que tiene,.....es que lo tiene todo para ser un pan perfecto! Me voy a anotar ahora mismo la receta, y en cuanto pueda pienso prepararlo en casa, porque estoy segura de que nos va a encantar, eso si consigo que me quede tan espectacular como a ti! ;) bss
ResponderEliminarHola Patricia.
EliminarSi la haces no te arrepentirás, tanto por el resultado como por lo buena que está. Pero es que además, formar las florecitas a mi me sirvió de terapia y me relajó muchísimo. Disfruté mucho haciéndola.
Ya me dirás ;)
Un saludo
Yo también lo hice. Y la verdad es que es un pan para festejarlo... realmebte rico!
ResponderEliminarOlga, me alegra leer que tu experiencia fue tan positiva como la mía.
EliminarUn saludo
espectacular, tengo que animarme, fabuloso
ResponderEliminarMarga, ¿qué tengo que hacer para darte el empujoncillo?
EliminarTan solo te diré que no te arrepentirás ;)
Besos!